El propósito de este libro es indagar, dentro de lo posible, las razones por las que un concepto ideológico tan humanitario, tan hermoso como es el de la democracia no ha logrado subsistir ininterrumpidamente a través del tiempo. El concepto de que el pueblo, la masa popular, la mayoría de los ciudadanos, por el hecho de ser mayoría, sean quienes determinen la mejor forma de gobernarse tiene todas las aparentes perspectivas de ser justo, equitativo y lógico. Pero la historia no ha podido confirmarlo, al menos no hasta ahora.
Filósofos, escritores, antropólogos, políticos y otros se han formulado, a través del tiempo, esta pregunta: ¿por qué la democracia no ha logrado subsistir consecutivamente por más de algunos siglos en ninguna parte?
Sin pretender poder responder de forma definitiva a estas preguntas, se proponen dos posibles respuestas, sobre las que se base mayormente este libro que intentará sustentar lo que estos dos pensamientos consideran y exponen, y ofrecer algunas alternativas, las que, sin duda, podrán crear opiniones diversas.
La democracia, aunque un sistema noble y deseable, no está exenta de peligros y desafíos. Uno de los mayores peligros radica en la posibilidad de que la mayoría imponga su voluntad sin considerar los derechos y perspectivas de las minorías. Si no se protegen los derechos individuales y se fomenta el diálogo inclusivo, la democracia puede convertirse en una herramienta de opresión en lugar de libertad. Además, existe el riesgo de la manipulación y la demagogia, donde líderes inescrupulosos pueden explotar las emociones y los prejuicios de la gente para obtener poder. La falta de participación ciudadana informada y la corrupción también erosionan los cimientos de la democracia, debilitando la confianza en las instituciones y socavando la representatividad. Por tanto, es esencial reconocer y abordar estos peligros para salvaguardar una democracia auténtica y justa.
