A comienzos de verano, la Ruta Atlántica parecía haberse estabilizado; de hecho, llevaba meses dando signos de cierta contención.
Pero en la política migratoria, cuando una ruta se cierra, otra se abre, generalmente más larga y arriesgada. Y a finales de mayo volvieron a verse en Tenerife y El Hierro los cayucos, las barcas de pesca artesanal típicas de Senegal y Mauritania.
Desde que empezó el año y hasta ese momento, El Hierro solo había recibido una patera con nueve inmigrantes, porque hacía tiempo que la presión estaba volcada sobre Lanzarote y Fuerteventura, lo que los equipos de emergencia ya entendían como un serio aviso de que algo estaba cambiando.

No solo porque un cayuco equivale, grosso modo, a cuatro o cinco pateras, sino también por los puntos de salida: Saint-Louis, Kayar, Joal, Kafountine, Dakar...

Senegal, el país que en la crisis de 2006 había provocado un récord de llegadas a Canarias, de nuevo daba signos de inestabilidad, con tensiones sociales y políticas añadidas a los efectos de la crisis económica y el hundimiento de la pesca tradicional.

La realidad fue que El Hierro recibió más personas en dos meses que las 11.280 que residen en la isla. Pero la cifra que verdaderamente debería importarnos es la del número de migrantes que no lograron llegar a nuestras costas.

Cada vez es más frecuente que lleguen barcas con cuerpos sin vida a bordo o con menos ocupantes de los que tenían al partir. Muchas embarcaciones han desaparecido al completo. Las redes sociales están llenas de mensajes de familias de Senegal, Gambia o Guinea que buscan a parientes que se embarcaron hacia Canarias y que ofrecen detalles de cayucos que llevan más de un mes en el océano... Algo que solo suele tener una respuesta.

Este año, los muertos y desaparecidos en pateras y cayucos rumbo a Canarias no son menos de 868, según el recuento, siempre de mínimos, que hace la Organización de Naciones Unidas para las Migraciones, un 55% más que en 2022.

Dejando atrás esta triste introducción, centro mi intervención en los restos de estas embarcaciones.
Tras varios meses de muchas solicitudes por parte del Ayuntamiento de El Pinar y del Cabildo de El Hierro, el pasado 10/11 los medios anunciaban el comienzo de la retirada de cayucos fabricados o revestidos con fibra de vidrio del puerto de La Restinga por parte del Ministerio, a través de la empresa pública Tragsa, a la cual se adjudicó por trámite de urgencia la gestión integral de estas embarcaciones, al no haber en la isla un gestor autorizado para este tipo de residuos.

La acumulación de las mismas había llegado ya a afectar a la maniobrabilidad y el atraque en este puerto, haciéndolo inoperativo, con los negativos efectos que ello ha supuesto tanto para el sector pesquero como para el de actividades subacuáticas, dos de los principales motores económicos de la isla.

Pero el camino hasta esta adjudicación a Tragsa merece un análisis detallado: el 19/10 se celebraba una reunión entre el Ayuntamiento de El Pinar y Puertos Canarios en la que el primero rogaba buscar otra solución al problema que no fuera la de trasladar estas embarcaciones a otro lugar de la isla. Tan solo un día después, el 20/10, haciendo caso omiso de este ruego del Ayuntamiento, una concejala de dicha corporación tuvo que impedir el paso con su propio vehículo a un camión que pretendía, por orden de Puertos Canarios, trasladar los cayucos de fibra a la zona de baño de Arenas Blancas, también en La Restinga, a unos 500m del puerto, evitando con su actuación la acumulación de estas embarcaciones en otro punto del municipio.

Posteriormente, el 5/11, remolcadores contratados a través de la delegación del Gobierno en Canarias, comenzaban a trasladar los cayucos con destino al Puerto de Granadilla. Ya en el primer intento las sogas se enrollaban en las hélices y los cayucos quedaban a la deriva, suponiendo el fracaso de este plan.

Por otro lado, durante todo este tiempo, ha sido el trabajo conjunto de las corporaciones locales y el Cabildo, y no el del Gobierno de Canarias, el que ha mirado por las condiciones de salubridad del puerto, dotándolo de baños químicos y de cubas para depositar los líquidos de los cayucos, evitando así que los mismos se arrojen al mar.

Frente a la lenta capacidad de reacción que ha demostrado el Gobierno de Canarias, destaca que tan solo diez días después de su nombramiento, el pasado 1/12 el ministro de Política territorial y memoria democrática, Ángel Víctor Torres anunciaba en su visita a La Restinga la activación en toda Canarias del proceso de retirada, tratamiento y destrucción de cayucos, con una bolsa que superará los 5M€, sumándose a los casi 800 000€ destinados a la isla de El Hierro, aprobados por el Consejo de Ministros. En este visita el ministro destacaba además el trato humanitario que reciben nuestros migrantes en la isla, gracias a la labor y esfuerzo de las distintas organizaciones y corporaciones locales, así como del voluntariado, al cual aprovecho esta ocasión para reconocer y agradecer por la extraordinaria sensibilidad y cariño con la que les acogen tanto a su llegada como durante el tiempo de estancia en la isla.

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